jueves, 9 de julio de 2009

6ª etapa: Gerona-Barcelona 181.5 km

Antes de nada debo confesar que la mitad de la etapa éste que lo es estaba en la playa. Escuchar las etapas por la radio retrotrae a la niñez y les da un acento más épico. Recuerdas las crónicas de Manuel Alcántara, de Julio César Iglesias. Recuerdas cuando comprabas el periódico, cuando comprabas el MARCA, y más de la mitad del diario estaba dedicado al ciclismo. Hoy día no sabes si compras el MARCA o el CUORE. En fin. Historias aparte, cuando he llegado a tener a la vista un televisor, me he asombrado: en Barcelona, la ciudad del triplete, ¡llovía!. Ver a los ciclistas atravesando Badalona bajo un cielo gris y una “pertinaz llovizna” ha sido raro. No era lo esperado.
Bueno. De todas formas ha sido jornada de valientes, aunque los descensos trepidantes que cantaban en la tele lo fueran por las cuestas de la Correría. Lo he sentido por Millar, se merece algo más, pero me ha gustado que apareciera Freire, por fin. La caída de Astarloza, lo peor. La puta manía de los ayuntamientos de llenar de rallas blancas los asfaltos. Sigue sin pasar nada en la clasificación general, el Cance continúa líder. Pero mañana..., o no.
Esta es la primera vez en toda la competición en la que dormimos donde llegamos y salimos de donde vinimos: hoy no hay que coger el autobús. Por cierto, y a modo de estrambote, no puedo sino agradecer al grupo del GG-8 (léase jéjéocho) que hayan decidido reducir las cuotas de CO2 en el 2050. Es bonito ver que la gente tiene buenas intenciones.
El encierro de hoy, el más corto hasta ahora, 2'20”, y el de más heridos, con siete traumatismos (es que era el día de Hemingway y esto estaba perdido de guiris). Mañana, los bichos de Jandilla. La corrida, por la tarde.
(Nota: debo recordar correjir el texto)
atumbabierta
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Barcelona amarilla
La lluvia favorece el peligro, el peligro favorece la fuga, la posibilidad de fuga favorece un pelotón compacto.
La lluvia limpia la carretera, el peligro y la fragilidad no detienen a los osados, el pelotón neutraliza la escapada.
Diluvio, sudor, llanto.
Cronoescalada
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Glóbulos rojos y blancos fluyen desde las ramificaciones secundarias hasta la arteria principal. Vista aérea de rotondas y avenidas. Barcelona late bajo la lluvia. Agua, asfalto, sangre. Barcelona me trae un par de recuerdos muy vivos. El primero es una lección de historia que nos impartían a los aspirantes a la KGB: en Barcelona la NKVD (antecedente de la KGB) realizó una operación tan chapucera que estuvo a punto de acabar con las relaciones entre la Unión Soviética y la República Española durante la Guerra Civil. Me refiero a la eliminación en 1937 de Andreu Nin, ni más ni menos que Conseller de Justicia de la Generalitat. Y jugaba en el mismo equipo. El segundo es un tatuaje. Me lo hizo en el hombro una puta del barrio chino mientras yo recitaba a Pessoa borracho como una cuba. Y hablando de tatuajes, no sería mala idea elaborar un catálogo con los tatuajes del pelotón. (Podrían incluirse cicatrices, claro). El de Óscar Pereiro dice Colle dell'Agnello 2008 y se ven unas afables montañitas que estuvieron a punto de acabar con él, todo subrayado por un estupendo chirlo. Tal vez yo debería tatuarme algo en esta cicatriz que me desfigura el rostro, algo así como…, Colle de Gosseberga 2003 y un hacha o mejor una avispa. Por cierto, he empezado a escribir una novela. Su título: El anciano que soñaba con una chavala y un soplete. Y ésta es la primera frase: “No es cuestión de ir a lo loco, hay que ser un cazador y esperar a la presa”. La acaba de pronunciar Carlos Sastre en TVE entrevistado por Carlos de Andrés y Pedro Delgado. De Thor Hushovd no han dicho nada.
Zalachenko
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