jueves, 9 de julio de 2009

5ª etapa: Le Cap d'Agde-Perpignan 196.5 km

Este año se cumplen treinta de aquella vez en que al Canibal, según contaba el otro día Carlos Arribas, se le cruzaron los cables setenta kilómetros antes de llegar a la cima del Tourmalet. Cabreado con su segundo, que le había hecho un feo y, además, iba escapado por delante, el Canibal atacó, lo alcanzó, lo sobrepasó... y siguió como una flecha hasta lo alto. Luego le quedaban ciento setenta y tantos kilómetros hasta el Aubisque. Ocho minutos le sacó al resto. Nihil novum sub solem (¿o era solis?, da igual, doctores tiene la iglesia en materia de latinajos). No hay que perder los nervios, el sábado Armstrong puede vestirse de amarillo y seguir así diez días. Pero la última semana es la buena, hasta ahora no ha pasado nada, salvo que a Contador se lo han puesto a huevo.

Etapa llana, un par de tachuelas de cuarta para castigar las piernas y poco más. Veremos en el último tercio de carrera. (nota: recordar que en esos últimos treinta o cuarenta kilómetros bordeamos Argelés sur mer y Collioure). A ver si dejan escapar al
Columbia o hay alguno que espabila. Bueno, después del avituallamiento, propio y de los chicos, estamos a cincuenta y tres kilómetros de meta. Parece que Contador ha escuchado el consejo de Armstrong. Induráin también lo dijo ayer: “si quieres ganar, no puedes descolgarte del equipo, tienes que estar delante”. En otras palabras, si quieres ganar, trabaja.

Hombre, ha ganado un francés, Voeckler, el Cance sigue líder. Mañana, Girona-Barcelona, de la Florencia pirenaica a la ciudad del triplete. Tachuelas, pero se espera sprint.

(Por cierto, el encierro de esta mañana ha sido rápido, 2’35”, y peligroso, pelín desordenado. Balance: un puntazo en el culo y dos traumatismos. Los bichos de mañana, del Ventorrillo. La corrida, por la tarde.)
atumbabierta
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Thomas Voeckler confió muchas veces en la victoria..., hoy durante dos deliciosos segundos la meta fue suya.
Cronoescalada
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Aún cuesta más dejar un rastro fiel, cuando abandonas tu casa montado en bicicleta. Esta sentencia que parece estar dictada por la prensa sensacionalista del Tour, la escribió en realidad el poeta y premio Nobel Joseph Brodsky. Este escritor nació en San Petesburgo o Leningrado o Petrogrado, como quieran denominar a la refinada ciudad rusa que resistió durante 900 días, adivinen qué…, bingo!, el asedio y bombardeo del ejército alemán durante la SGM. El ciclista que esta tarde ha llegado segundo se llama Mikhail Ignatiev y he decidido hacerle mi pequeño homenaje por: 1. el ganador es un francés “pestosillo”, en TVE Carlos de Andrés dixit. 2. Ignatiev ha recibido hoy el premio a la combatividad. 3. el poeta Brodsky y el ciclista Ignatiev han sido perseguidos y los dos han luchado. 4. ambos son camaradas con los que me siento identificado. Y 5. como Joseph Brodsky, Mikhail Ignatiev también nació en San Petesburgo o Leningrado o Petrogrado. Tal y como yo lo veo, los disidentes somos quienes vencemos al pelotón. ¿Un error de cálculo de los galgos de los sprinters? Puede, pero también tendemos a minimizar lo que un hombre solo puede hacer. Nos enseñan que los héroes deben permanecer en el grupo. Pero los de hoy no han hecho caso de las normas ni de la lógica, e iban fugados cerca de Collioure. Fugados cerca de Collioure, vaya, parece un telegrama de 1939. Antonio Machado arrastrándose hacia su tumba, asediado a su vez por los fascistas, tirando de su anciana madre, a pie, por el mismo monte que veremos plagado de aficionados libres, buscando sus últimos versos grabados en piedra republicana (Antonio Machado, maillot de la combatividad), hincados en el suelo de Collioure o Cotlliure como quieran. Y Mikhail Ignatiev ha pasado solo por allí, conversando con el hombre que siempre va consigo.
Zalachenko
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