miércoles, 15 de julio de 2009

11ª etapa: Vatan-Saint Fargeau 192 km


La novedad es que la escapada es cosa de dos. En realidad, el Tour es un reflejo de la vida, un espejo puesto a lo largo del camino. Dejar pasar, dejar hacer, que lo peor siempre está por venir. Esperemos a la etapa del viernes y a la del domingo. Bueno. Tampoco se les puede exigir más: no hay competidores a la vista, la etapa es llana y anodina. Dejadlos que se escapen.

En ésta etapa he descubierto varias cosas. Una es que en la playa se escucha mal la radio y que apenas hay cobertura en directo. Será la crisis. Será. O la “remodelación de plantilla” y el “plan de ajuste” de la radio pública. Bueno. De todas maneras, viendo en un chiringuito las imágenes, son bonitos los campos de girasoles. Me recuerdan Granada en primavera.

La otra es que:

a) los corredores: les da igual llevar pinganillo o no (un cincuenta y dos por ciento se ha pronunciado por el no, señal de que se sienten unos mandados).

b) los directores de equipo: no les da igual (por unanimidad piden el pinganillo, señal de dos cosas, que les gusta mandar y que prefieren el triunfo del equipo al del individuo).

c) el Tour: prefiere prohibirlo, a ver si a) y b) se deciden a dar espectáculo.

La verdad es que ha sido bonito recuperar la imágen de los motoristas con la pizarra indicando las distancias. Dicho lo cual, recomiendo la visión de la emisión de hoy de SLQH y su explicación del uso del pinganillo y del abandono del guión. Otra, Chozas: “es como una telenovela, no todos los días sale el capítulo igual de bien... pero lo bueno es que este año los capítulos basura no están al final.”

Hala, hacía treinta kilómmetros que iban apretando rueda a rueda. La cuarta de Cavendish, le deben quedar pocas más en esta ronda. Si hoy es quince, el dieciséis Tonnere-Vitel. Mañana, más. Desde la playa.

atumbabierta
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Comemos tarde, entre el segundo plato y el postre un corredor se cae, la cura se hace en ruta. Mi sobrina se sorprende.
Preparo té rojo, se han escapado dos corredores, sobrevuela un hidroavión. Mi sobrina aburrida propone hacer un collage.
La televisión de fondo como las olas del mar que ciñen estos días de descanso.
Recortamos imágenes de revistas antiguas: cabezas, brazos, un sillón. Quedan pocos kilómetros y el pelotón captura a los escapados. Mi sobrina encaja con maestría y humor los pedacitos de papel.
Vuelve a ganar Cavendish, pienso en este blog, tan parecido a nuestro trabajo manual. Mi sobrina pide concentración.
Suspiro un haiku, pero me lo callo.
Cronoescalada
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He ganado 100 € gracias al tontaina de Sergei. Ha insistido tanto en que hoy no ganaba Cavendish porque la meta estaba en cuesta, que yo ya no sabía si ir a por el serrucho para que se callara de una puta vez, o apostar la pasta y que me dejara en paz. 100 € regalados, y sé que es una cantidad simbólica, pero ya encontraré alguien a quien pagarle por algo. Cavendish es como un plato hondo, empiezas a comer con ansia creyendo que vas a poder con él, y antes de que te des cuenta te deja harto y tienes que abandonar. Cuando se lleva ley en las cartas, hay que apostar hasta matar o morir. E igual ocurre en la vida, en el trabajo, en el amor..., por eso puedo asegurar que a lo largo de mi trayectoria profesional el as escondido siempre ha matado. El inglés Cavendish es el rey en las llegadas al sprint, la carta que machaca a las demás, de ahí que su equipo, el Columbia, eche órdagos continuamente. Y cara de duples se le habrá quedado a Carlos de Andrés al ser corregido por Pedro Delgado (en directo) a propósito de una interesante traducción: "pan seco" ha dicho el primero, "pan duro" ha apostillado el segundo. Y también se ha lucido con un chateau donde había "un campo arqueológico", no, mire usted, señor de Andrés, cuando van a desenterrar vestigios de mis trabajitos, se realiza una "excavación arqueológica", que yo sepa. Las apuestas y las discusiones semánticas me hacen sospechar que este Tour se acaba para mí..., que está perdiendo esa magia, tan adictiva y tan hermosa, y "eso nunca se puede dejar en el Tour de Francia", según C. de A. Este coche escoba tiene muchos desperdicios que recoger y no es precisamente "pan duro".
Zalachenko
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