martes, 14 de julio de 2009

10ª Etapa: Limoges-Issoudun 194.5 km

En estos tiempos de crisis dos sistemas se confrontan. El Antiguo y el Nuevo Régimen. Para Lance Armstrong correr era, es, como trabajar en la General Motors: todos para el mismo objetivo, división estricta del trabajo: tú líder, tú a la montaña, tú sprintas, tú a por bidones. Taylorismo. Funcionaba. Funcionó. Murió de éxito. Estamos en tiempos de indecisión, no sabemos si el nuevo orden mundial va a surgir por algún sitio, pero nos tememos que, conforme pasa el tiempo, amaine el coraje para cambiar. Bueno. Le toca al relativamente nuevo, en realidad Contador no es la revolución sino un socialdemócrata europeo pasado por Obama, le paga el mismo equipo que a Armstrong, ser el Caníbal, no resignarse a ser sprinter, escalador o ganador. Para ser líder le toca a él trabajar en red con el resto del pelotón. Le toca a él llevar a los aficionados en vilo hasta los Campos Elíseos. Le toca a él despertarnos la ilusión. Otros ya lo han hecho en este Tour. La finalidad no es la puramente especulativa, ganar, sino la del negocio en sí: emocionar.

Todo esto no es sino literatura. A las órdenes de Bruyneel el equipo tiene el mando virtual. Que no se confíe que no tiene el mando verdadero todavía.

La etapa, sin pinganillos, Limoges-Issoudun, cortita y rompepiernas. Llegada en descenso. Esta visto que la planificación de este Tour está hecha con criterios televisivos. Hay que mantener el suspense hasta la última semana.

Está visto que las escapadas son de cuatro en cuatro, este año. Vaugrenard, Doumolin, Ignatiev y Hupond. Pero Columbia, AG2R y Astaná no les dejan coger mucha distancia. Dicen los biólogos que los gatos manosean a los ratones antes de engullírselos, no por juego, sino para ablandarlos y estresarlos, de este modo su carne es más sabrosa. Hoy la tercera de Cavendish

Mañana, Vatan- Saint-Fargeau. Esta tarde se han lidiado los bichos de Núñez del Cuvillo. Pobre de mí, ha sido la última corrida.
atumbabierta
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Sin pinganillos
qué fue de la batalla?
Tour mutilado.
Cronoescalada
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Tercer día consecutivo de descanso en el Tour. Así se le quitan a uno las ganas de escribir, por lo que hoy seré más breve de lo habitual. Ya expliqué en un comentario anterior que los pinganillos fueron importantes en mi trabajo, pero desde luego no imprescindibles. Y he de reconocer que su ausencia disparaba mis niveles de adrenalina. No creo que esta sensación sea exclusiva de los espías; me apuesto lo que quieran a que los ciclistas también la desean. Pero lamentablemente el fuelle de los organizadores está desaparecido y se imponen los criterios de los directores (directivos?) de equipo. Qué bonico está eso de reunirse en secreto y decidir no seguir las reglas del juego. Hubo una época en que mi superior me habría encomendado la justa y amena tarea de aniquilar a todos esos directores disidentes. Adivinen ustedes por quién me hubiese gustado empezar... Al menos, estos días en la costa española me sirven de consuelo. Mis viejos camaradas se ríen de mí, dicen que estoy tan loco como siempre. Nos pegamos todo el día en la playa, en la piscina, en las marisquerías, y por la noche "la rubia" (una espía moscovita cuyas fotografías han cambiado la historia del mundo) nos prepara unos fantásticos margaritas.
Zalachenko
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