viernes, 24 de julio de 2009

18ª Etapa: CRI Annecy-Annecy 40.5 km

Dice Chozas hablando del último arreón de Contador ayer en la Colombière y de menear la higuera: “El único higo que se cayó fue el de Kloden. No pasó más. Alberto lo vió y se paró, y ya está.” Kloden es el tipo que le ayudó a ganar el Giro a costa de una pulmonía, el que le ayudó a enganchar con el pelotón ayer, cuando el pinchazo. El que le ayudaba a quitarse el chubasquero y el que le suministraba las barritas y los geles. Ayer a Kloden no le dió tiempo, lo vimos, a tomarse las barritas al bajar del Romme. A Kloden, Armstrong, en esta mismo valle, le arrebató al spring la etapa, para humillarlo, en un Tour en el que Kloden acabó segundo. Contador, ayer, bajó la cabeza al cruzar la meta.

Bueno. La etapa de hoy no merecerá más comentario que el resultado. Esperemos. La locomotora de Pinto le ha sacado 56” a Kloden, 1,30” a Armstrong y distancias similares a Wiggins y los Schleck. Por cierto, vencedor de etapa Alberto Contador. A pesar del atropello -literal- del coche del juez principal.

Mañana, etapita: Bourgoin-Jailleau – Aubenas. Una etapa en la que hay más que perder que ganar.

(Nota: tengo que visitar Annecy)
atumbabierta
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Los que vinieron a hacer negocio ya lo han hecho y los que vinieron a correr y dejarse la piel también.
Las últimas estapas nos permiten adivinar algunas de las claves del próximo Tour: los protagonistas que nos harán vibrar, las serpientes que ya no se arrastrarán más.
La contrarreloj de ayer, sin embargo, nos lleva al pasado, al rastro enorme y discreto del mejor: Indurain.
Cronoescalada
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Estuve en Pinto y en Madrid a finales de los 60. Allí conocí a la madre de la rubia moscovita, se llamaba África de las Heras. Ella era una diosa dentro del mundillo del espionaje, por eso tardé en centrarme durante la primera cita. Me encomendó dos misiones, la primera que destruyera toda la documentación que existía sobre ella en la Dirección General de Policía de Madrid. Los fascistas secuestraron buena parte de los archivos del PCE, pero desconocían su valor. No me resultó muy difícil acabar con su rastro en España. En cambio, la segunda misión fue una putada, me ordenó que cuidara y entrenara a una mocosa rubia. Bueno, aún estoy en ello, pero ya no sé quién cuida de quién. Ayer la exhibición de Contador hizo desaparecer el rastro baboso de Armstrong que se ha quedado por ahí, entre Pinto y Valdemoro, haciendo de mercachifle de chips tejanos; ahora el maillot amarillo tiene otra misión, cuidarse para sobrellevar las cicatrices en esta puta contrarreloj de la vida.
Zalachenko
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